REYNALDO ARENAS EL CREADOR

Publicado en por Miguel Prado

Cuando se habla de literatura cubana el nombre de Reynaldo Arenas sale a la palestra, un novelista que cubre siempre al intelectual latinoamericano, se nota en su labor creadora la visión de la realidad asociada a una premisa maravillosa que pesa mucho, acaso en demasía, la crítica social, la que se sufre y la que se padece en la cotidianidad. Lo triste es que su condición de disidente hizo posible que fuera una excluido en la Cuba real maravillosa de Fidel Castro, para un trabajador de la diversidad literaria, donde El mundo alucinante padeciera ese silencio inquisidor que pudo poner la obra a la par de Rayuela de Cortázar, La casa verde de Vargas Llosa y Cien años de soledad de García Márquez. Cuando algunos especialistas de las letras descubrieron su manifestación narrativa entraron en contacto con la mencionada novela, en este autor vieron una fuente inagotable de estudio sobre el tema.  

Así nos entrega con peculiar estilo la reconstrucción de la vida extensa del mexicano Fray Servando Teresa de Mier, la de la desaparecida violencia batistera, la de los grandes males que aquejaban a la Cuba romántica antes de la liberación nacional y en pleno desarrollo. En cátedras universitarias de muchos países, estudian el aporte novelístico inventado por su genio; por eso en sus creaciones narrativas se percibe siempre el dominio certero sobre el acto de relatar las cosas más insiginifcantes para llenarlas de magia. 

El drama de Reynaldo Arenas pudo haber sido declararse homosexual en un reino dominado por el gorilato, lamentablemente ningún escritor cubano de los últimos cincuenta años ha levantado la pluma para cuestionar al supremo gobernante perpetuo momificado en el poder. 


En su infancia vivió los efectos de un país gobernado por aquel sargento que se hizo dictador con fama de sanguinario, pero como los revolucionarios, hizo historia se quiera o no, esa es la absurda realidad. Fulgencio Batista y Fidel Castro son las dos caras de la moneda en su problemática existencial. Al escritor nacido en Aguas Blancas el proceso de cambios en la isla le acarreó muchos problemas, pese a su matrimonio con la actriz Ingrávida González, la obra Celestino antes del alba le causó la prisión en el Cuartel Miramar y posteriormente bajo humillación fue obligado a firmar un documento contra su voluntad que le daría la libertad.

No le sirvió de nada formar parte de la juventud revolucionaria, esto pasó por el piso. Aunque a través de un ardid cambió de identidad, su producción de casi veinte obras entre novelas, cuentos, poesías, ensayo y obra de teatro, el verbo de su pluma fue silenciado, la élite del gobierno fidelista dejó caer la guillotina de la mala fama por encima de su vocación de gloria de las letras hispanoamericanas. Se suicidó en Nueva York y acabó con su larga cadena de infamias.

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